“México es un desastre”: la acusación de la Arquidiócesis al gobierno

“México es un desastre”, con esta frase el obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, Carlos Samaniego, inició su sermón durante la primera misa dominical de 2020. De acuerdo con Samaniego, actualmente el país carece de un líder que marque el rumbo de las instituciones y se llevan ejecutando medidas que son “fundamentalismos so pretexto de democracia”. 

México es un desastre, que se refiere a la falta de astro. Desastre es no tener una guía, una ilusión, un sueño. Una estrella guía al marinero para tener buen puerto, y hay veces que no tenemos en las familias, en las instituciones, esa estrella que guíe nuestros pasos”, dijo durante el sermón de la eucarestía, celebrado en la Basílica de Guadalupe.

El obispo auxiliar criticó además las iniciativas del gobierno para despenalizar el aborto, pues según el, las mujeres “como el rey de Herodes, buscan matar al niño”. “Hay instituciones que andan buscando buscando matar a los niños con el tema del aborto; hay familias que quieren matar al niño”. Además, aseguró que un país que fomenta este tipo de políticas, “no tiene futuro”.

Samaniego se refirió así para criticar al Congreso de la Unión por impulsar la despenalización del aborto. Esto pese a que sigue siendo un tema prácticamente congelado en el país, donde en la mayoría de los estados sigue siendo ilegal la interrupción del embarazo.

Esta no es la primera vez que la Arquidiócesis de México critica la administración que encabeza Andrés Manuel López Obrador. En agosto del año pasado, lo acusó de no mostrar voluntad de diálogo y de determinar el futuro del país sin el consenso debido.

“No podemos resignarnos como ciudadanos individuales y menos como sociedad civil organizada a tener un gobierno que maneja de manera unilateral y unipersonal los grandes problemas de este país”, subrayó en su editorial publicado en el semanario religioso Desde la Fe.

En esa ocasión, aseguró que la única participación ciudadana se daba “a mano alzada”, “en medio de mítines a modo”, cuando las políticas públicas que se debaten deberían estar sustentados en “argumentos razonables y mecanismos verdaderamente democráticos”.

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